Tras 22 años, específicamente para las eliminatorias Corea-Japón 2002, en que Chile no estaba en los últimos lugares de la tabla de posiciones, explicar la amargura, la tristeza y el bajo rendimiento colectivo e individual no tiene explicación. No se sabe si jugamos a algo, o quien llega desde el otro lado de la cordillera para encarrilar al fútbol nacional, sopesó la magnitud del descalabro futbolista actual… Ya que su llegada no ha cambiado el escenario competitivo de Chile internacionalmente.
El fútbol chileno, que no hace mucho brilló con promesas de gloria y que las obtuvo, se encuentra ahora en una crisis de identidad y rendimiento que parece no tener explicación.
El rendimiento colectivo e individual del equipo es un enigma doloroso. Los jugadores se despliegan en el campo sin la sincronización y la determinación que alguna vez definió a nuestra selección (el que hace más goles gana) se esfuma. Cada pase errado, cada oportunidad fallida, parece una manifestación de una desconexión profunda entre ellos mismos y el juego que dicen amar. Los esfuerzos parecen en vano, como si no supieran exactamente qué intentar, o cómo ajustar la estrategia trabajada con el técnico para revertir la situación.
Atrás quedaron titulares como «Chile elimina al campeón mundial España de Brasil 2014 » o «no somos nada» del diario Olé, con un joven Messi en portada.
En medio de esta crisis, la posibilidad de un resurgimiento parece difusa y los expertos y aficionados se preguntan si hay alguna solución viable. Se debate en los programas deportivos la necesidad de un cambio en la estructura del fútbol chileno, desde la gestión hasta el desarrollo de jóvenes talentos. Sin embargo, el cambio es complejo y requiere más que solo ajustes superficiales; se necesita una revisión profunda del enfoque, la estrategia, el compromiso hacia el deporte e inversión…
Tabla de posiciones 2002-2024
